Si no fuera yo, hoy le habría dedicado la mañana a algo productivo, como ver Mad Men, dormir un rato más, o escribir un libro (?). Porque no tendría que haber pasado la mañana rescribiendo 32 veces un mail, preocupandome por la situación de mi pseudotrabajo y teniendo pesadillas en las que soy una mosca a la cual le descubren una microcámara en los ojos. (Sí, a mi inconsciente le van las metáforas baratas y las películas de espías). Si no fuera yo, o ya no participaría de ese proyecto hace rato, o nunca me habría empezado a parecer turbio. O me sería indiferente y me permitiría responder los mails así nomás.
Si no fuera yo, más tarde habría llamado a L. No, mentira. Llamar es muy de novela, aunque no fuera yo y no odiara los teléfonos, no llamaría. Pero le habría mandado un mensaje. O un WhatsApp, en realidad. Somos gente moderna. Habriamos hablado un poco de cualquier cosa, y seguro nos habriamos visto a la noche, para contarnos unas vacaciones y una crisis personal que tenemos pendientes. O a lo mejor no; no se si podría. En mi papel de amiga desinteresada, no se si tiene las noches de los jueves libres.
Si no fuera yo, hubieramos escuchado música y hablado de películas porque toda persona normal puede hablar de música y de películas sin hacerse unas historias paranoicas sobre la impresión que está causando en el otro; y hubieramos hablado de nuestras vidas. (Eso sí que es algo que nunca, nunca hacemos en el mundo real. Cada cual sabe, cada cual respeta. De mi parte por algún mambito que tengo, por el que hablo de mi vida con gente a la que no le importa, pero con alguien a quien podría importarle, nunca.)
Pero soy yo. Soy una persona que mantiene un raro trabajo AdHonorem con jefes un poco "insólitos" en algo que a esta altura ya comprobé que detesto (periodismo, ¿porqué no decirlo?), y que además se está poniendo turbio, porque no quiero perderme el final de esa historia (la del proyecto turbio, sí). A lo mejor para poder contarla después.
Soy yo y tengo una rara regla de "no mandar mensajes porque sí". Y tengo una rara tendencia a hacer todo lo posible porque quedarme siempre haciendo cosas tan trascendentales como comer chocoarroz con dulce de leche arriba y mirar dulce amor. Así que no estoy viendo las estrellas y escuchando música en el pasto del jardín de nadie (bua, con este frío?), sino que estoy acá, mirando una maratón de Dr. House que enganché fijandome si estaba la U.V.E, torturada por esa publicidad de un cubilete que hace un ruido martillante de cerebros que no podés cerrar sin que se cierren las descargas, pensando si hay algo tan rico en la heladera que valga la pena salir de la cama y bajar dos escaleras para buscarlo, y abriendo un blog paralelo, libre de mi nombre, de vinculación con mi verdadero mail y de conocidos. Para tratar de dejarme escribir libre. Por enésima vez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario